viernes, 22 de mayo de 2009

Cofradías y procesiones

Desde la Edad Media se tiene constumbre de acompañar imágenes religiosas por penitentes y devotos. Pero tras el Concilio de Trento, a mediados del siglo XVI, donde la Iglesia Católica salió reforzada frente a la Reforma Luterana, la Iglesia potenció todo tipo de cultos externos, es decir, fuera de los templos.
Las procesiones nacen ligadas a las cofradías. Estas se apoyan en las agrupaciones gremiales de mercaderes y artesanos, y consisten en asociaciones de fieles con autorización eclesiástica que dan culto a una determinada imagen titular (Santo, Cristo, Virgen) y que hacen obras de piedad y caridad social.
La vinculación de las cofradías a los gremios es bastante patente, y ha quedado demostrado en numerosos documentos. Por poner un ejemplo, diré que el gremio de plateros daba culto a la Virgen del Val y a San Eloy, o que el gremio de cocheros y caleseros tenía como titular a San Antonio Abad.
Un tipo especial de estas agrupaciones de fieles, son las cofradías penitenciales que aparecen a finales de la Edad Media y principios del Renacimiento. Tenían actividad todo el año, poseían estatutos propios, fuentes de financiación e iglesia propia para sus cultos. Vivían sus días más intensos en la Semana Santa, en la que hacían procesiones de penitencia, donde alumbraban escenas de la pasión. Las primeras cofradías penitenciales que se fundaron fueron las de la Vera-Cruz o la Cruz, que se extendieron rapidamente, pero rapidamente se crearon otras cofradías de penitencia con advocaciones muy diversas.
En estas cofradías penitenciales existían dos tipos de cofrades:
-Hermanos de luz, que portaban cirios para alumbrar las imágenes.
-Hermanos de sangre, que llevaban pesadas cruces o se azotaban la espalda.

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